El parto

El Parto

17 de julio de 2017…

Llevo meses esperando este gran momento. Para mí, este fue un momento mágico, estuvo lleno de secuencias mágicas y especiales. Mi yo de antes y mi yo actual.

2:30 Contracción. ¡¡¡Guauuuuu, esto es una contracción!!! Sí, sabrás que es una contracción nada más tenerla y no, yo tampoco sé explicar esa sensación. Es larga, bastante larga y la aguanto muy bien no parece muy fuerte. Miro corriendo la hora para cada cuánto son las contracciones, aunque dicen que igual notas una contracción pero que hasta que sean regulares pueden tardar días, quizá notas unas cuantas y se paran y ya está y no te pones de parto. Así que tampoco me pongo nerviosa, voy a dormirme y ya veremos qué pasa. Estoy animada, estoy ilusionada, parece que ha llegado el momento y me parece un día excelente, tengo muchísimas ganas.

2:38 Segunda contracción (mi número preferido es el 8, las contracciones empezaron a ser cada 8 minutos). ¡Guau, qué sensación más rara! Vuelvo a incorporarme y a ponerme a cuatro patas con las manos en la pared y las rodillas en la cama. Lo llevo genial, esto no duele apenas.

Tengo a amore al lado durmiendo y prefiero dejarlo descansar por si esto se para. Me vuelvo a tumbar, aunque más expectante que antes.

2:46 Tercera contracción. ¡8 minutos exactos! Asombroso. Cómo el cuerpo puede ser tan concreto y exacto a veces, me parece alucinante. La contracción dura aproximadamente 50 segundos. ¡Qué bien las llevo! Si esto es así, lo aguanto a la perfección (¡ja!). Me siento súper ilusionada y contenta.

A partir de la primera hora, sobre las 3:20, las contracciones pasaron a ser cada 5 minutos. Todas exactamente cada 5 minutos. Intentaba dormir, aunque no conseguí dormirme desde la primera contracción. No tengo la menor duda de que terremotillo está de camino. Aún así, prefiero no despertar a amore todavía para que descanse.

Me siento con fuerzas, con ganas, ¡imparable! ¡Voy a hacerlo, voy a conseguirlo y todo va a salir estupendamente bien! ¡¡Voy a ser madre!! Noto que terremotillo hace un trabajo enorme, me pone los pies en las costillas izquierdas y empuja hacia abajo, tiene muchísima fuerza y es muy constante. Siento que yo me estoy limitando a “aguantar” y esperar, ya que ella está haciéndolo todo.

3:45 Amore se despierta y me ve a cuatro patas y me dice “¿qué haces, qué te pasa?” “Tu hija está en camino, vas a ser padre hoy” Abre los ojos de par en par, me mira y analiza la situación, coge el móvil para avisar en el trabajo (puesto que entra a las 6 y lleva él las llaves). Pongo al día a amore y se queda atónito de la frecuencia de las contracciones, ¡como un reloj! Se va a duchar, a hacer el desayuno y le digo que me haga un par de tostadas. Aunque con hambre, entre contracción y contracción se me hace imposible meterme nada en la boca. No puedo desayunar.

4:30 Las contracciones son cada 3 minutos y duran 50-60 segundos. Son bastante molestas, no siento que sean más intensas pero parece que la zona está dolorida ya.

En el tiempo de la contracción no soy capaz de mover las piernas, me quedo inmóvil donde me pille, abro las piernas, me apoyo en algún sitio y bajo la cabeza e inclino el tronco hacia delante un poco para respirar con la barriga un poco colgando.

5:30 Vamos a llevar las llaves al trabajo de amore y ya, caminito al hospital. Amore está más tranquilo de lo que creía. En su mente, se imaginaba cogiendo el coche corriendo de rally, nervioso perdido hasta el hospital, a toda prisa. Sin embargo, había pasado horas a mi lado viendo como las contracciones venían una tras otra y teníamos tiempo de sobra para ir tranquilos.

Llegamos al hospital de Alicante y aparcamos en la misma puerta (¡qué suerte!). Me bajo del coche y me cuesta bastante caminar. Se me hace eterno el camino. Entramos al hospital y viene un chico a acompañaros donde tenemos que ir.

Al salir a la sala de espera, me llaman y me hacen pasar SOLA, no estoy para pelear y paso. Me pregunta qué me pasa y le digo “tenía monitores a las 10, pero he llegado pronto” e intento sacar una sonrisa. La mujer me mira sin entender mucho y le digo “estoy de parto, llevo con contracciones desde las 2:30 de la mañana”. Me hacen una ecografía y me meten los dedos hasta el higadillo, “dilatada de 1’5 cm”. Me hacen monitores y empiezan a registrar contracciones muy fuertes y muy seguidas.

Veo movimiento de personal, son las 8 y parece ser el cambio de turno. Después de un buen rato, me dicen que ya me puedo vestir, me van a preparar una habitación.

Cuando salgo a la sala de espera habían pasado 3 horas y veo a amore con una cara de asombro y a mi madre, que le había dado tiempo de sobra a llegar. Les cuento todo lo que ha pasado y me dice amore que a él nadie le había informado (y lo solicité 4 veces) y que se creía que me estaban haciendo algo ya o que había tenido alguna complicación.

Ya no aguanto las contracciones de pie, ni sentada. Son bastante fuertes y ya está más dolorida la zona. Me tengo que concentrar para respirar para que no me molesten tanto. Conforme me da la primera, me pongo a cuatro patas en las sillas de la sala de espera, creyendo que iba a ser como en casa y… ¡ja! Ahora tendré que buscarme una nueva postura.

Me preparan la habitación 378 (¡8 otra vez, mi número!) y me quedo en esa habitación ingresada. Viene una ginecóloga y me dice que llame al timbre tras una la hora para ver cómo va la dilatación.

Lúa sigue empujando con una fuerza brutal. Le digo que lo está haciendo genial y que esté tranquila que hoy nos veremos las caras.

Amore controla las contracciones, cada 3 minutos exactos. Si alguna se atrasaba 4 minutos me decía “cariño, cuidado que viene una fuerte” ¡y así era! Incluso a veces se me juntaba una con otra. Cuando me venía una, le cogía la mano y le apretaba durante la contracción, me parece que de esa manera le hacía partícipe y, además, sabía que estaba ahí y me tranquilizaba.

A la hora, amore toca al timbre. 2 cm de dilatación. A esperar otra hora más.

Todo esto se repitió una y otra vez. Entre contracciones creo recordar que hablábamos, me sentía bien.

Amore toca al timbre. 2 cm de dilatación. Otra hora más.

Me quedé en 2 cm y de ahí no pasaba la cosa. Lo único que sí que cambiaba era mi estado.

Empecé a sudar, me notaba sucia, con pelos de loca, comencé a no tener fuerzas, me temblaban las piernas y los brazos de la tensión que me provocaban de las contracciones. Me sentí desesperada, Lúa tenía una fuerza sobrehumana y yo ya flaqueaba, sentí que no iba a poder dar a luz, que no iba a poder aguantar otra hora más. Tanto es así que le dije a Lúa que se esperara que mamá no podía dilatar y hasta que el músculo no dilatara ella no podía salir y que teníamos que esperar un poco, que no se cansara.

Desde las 11 las contracciones eran fuertes y algún grito que otro se me escapaba. Una de las contracciones casi le rompo el dedo de lo que se lo retorcí…

Alrededor de las 15 digo que no puedo más y amore me dice “cariño, hace una hora me has dicho que no podías más y ya ha pasado una hora, ¡sí que puedes!”. La verdad que es el mejor animando, tiene una empatía enorme.

Sobre las 16 aparece la ginecóloga y me dice “cariño ya estás de 4’5-5 cm, ya está”. Me llevan a la sala de dilatación con amore. Era la misma sala donde me hicieron los monitores. Viene una matrona y me tramita la epidural (no la quería, pero no podía más). Media hora más tarde, llega la anestesista, muy maja, que casi no puede pincharme, ya que me dan 3 contracciones en el tiempo que estaba intentando poner la epidural. Me dice “¿otra?” recuerdo esas contracciones como brutales. En la última, miro a la matrona con cara de necesitar algo y le cojo las manos para apretarle y ella, con mucho cariño, me dice “venga, esta es de las últimas que te van a doler”. Y así fue.

A las 20 viene la matrona del siguiente turno. Matrona por vocación, un amor de mujer. “Me han dicho que ya estás a punto” y le digo “le han dejado el trabajo casi hecho, solo falta terminarlo”. Me hace empujar y yo guardo mis fuerzas para el empujón bueno, el final. Empezó a sacar cosas de un armario y dijo “mira papi, por ahí al fondo se ve la cabeza de tu bebé, mira ven”. Amore se asoma y vuelve a ponerse a mi lado, esta vez viendo lo que sucede por ahí abajo, y me dice “venga cariño, lo estás haciendo genial, un poco más, un poco más”. Mi cara es de asombro “¿estamos pariendo aquí?” “Sí”. Amore me avisa cuando viene una contracción y empujo fuerte. En 4 empujones más, sale terremotillo. “Mami, extiende los brazos e incorpórate un poco que te voy a dar a tu hija y te la pones en el pecho”, me dice la matrona, yo asiento y cojo a Lúa y la termino de sacar de mi cuerpo, la abrazo y la miro sorprendida.

“¿Qué hora es, chicas?”, “las 20:20”. Guau… 17-07-17 a las 20:20, esta niña tiene carácter.

Miro a amore (emocionado, decía que se le había metido algo en el ojo) y le digo “buen trabajo” y nos chocamos la mano.

La matrona nos pide el móvil y empieza a hacernos fotos “cogerle la mano, ahora un beso los papis, pero no miréis a la cámara que es un robado”. 4 minutos más tarde, el cordón dejó de latir y le dieron las tijeras a amore “¿el papi va a querer cortar el cordón?” y sigue el reportaje de fotos. Tengo ese reportaje bien guardado, el mejor de todos los que podrán hacerme en la vida.

Ahí empezó todo. 18 horas contadas como yo las viví. 18 horas que cambiarían el resto de nuestras vidas.

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