Cuando tienes barriga, empiezas a recibir un aluvión de tareas que “tienes” que hacer de una manera en concreto. Cada uno te da consejos y opiniones variados… De repente y sin quererlo, entras en el gremio de los opinólogos.
Y es que todo el mundo quiere darte su opinión, generalmente basada en su experiencia y con la mejor intención del mundo. Lo que ocurre es que eres madre primeriza, todo esto es nuevo y no tienes ni idea y te explota la cabeza porque unos te dicen que hagas una cosa y otros que hagas lo contrario.
¿Os suenan estas frases?
– Cuidado no lo cojas mucho en brazos que se acostumbra. / Disfrútalo todo lo que puedas en brazos que luego no quieren.
– Deberías darle el pecho porque… / Lo mejor es el biberón porque…
– Que duerma en la cuna que, sino, no los sacas de la cama. / Es tan bonito dormir abrazados en la camita…
– ¿Vas a incorporarte al trabajo? ¿Pero tan pronto? Deberías quedarte más tiempo con el bebé, es tan pequeño para ir a la guardería. / ¡Que vaya a la guardería tan pronto como pueda que se espabilan un montón, además se inmunizan!
– Abrígalo que se va a constipar. / Quítale ropa que se va a agobiar.
Los niños no vienen con manual de instrucciones, pero las mamás sí que venimos con el instinto maternal. Escúchalo y confía en ti misma.
Como todo en esta vida, cuando eres “nueva” en algo, te equivocas y aciertas, y vas aprendiendo poco a poco. Si te equivocas, aprendes que esa manera no funcionaba. Y si aciertas… ¡genial, ya lo tienes, a celebrarlo!
No te sientas culpable, ¡echa la culpa a un lado! Lo importante es que hagas y pruebes lo que va con tu estilo de vida y tomes las decisiones acertadas para ti y tu familia.
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